LA VIRGEN MORENA
La imagen de Nuestra Señora del Valle fue
encontrada entre 1618 y 1620 en una gruta de Choya, provincia de
Catamarca. Cuenta la historia que fue un aborigen al servicio de don
Manuel Salazar quien escuchó durante una tarde varias voces y pisadas, y
de repente fue sorprendido por un grupo de muchachas con lámparas y
flores que caminaban sigilosas hacia la montaña. Pese a la sorpresa, el
observador prefirió regresar a su rancho, pero la curiosidad pudo más.
A la mañana siguiente, de vuelta en aquel lugar, decidió seguir las
huellas que quedaron de las muchachas. Después de caminar varios
kilómetros, se encontró con un pequeño nicho de piedra rodeado por
restos de fogones y numerosas flores. Continuó caminando hasta toparse
con la imagen de la santísima Virgen María, con su rostro moreno y las
manos juntas en forma de rezo.
El descubrimiento permaneció en
secreto, aunque tiempo después el aborigen aprendió a querer y venerar
esa imagen tan parecida a los suyos. Por ello, decidió contarle el
secreto a su amo.
En enero de 1890, fray Orellana mandó a
confeccionar la corona de la Virgen y también en esa época se elaboraron
las primeras estampitas de la Virgen. En 1941, la Coronación de la
Virgen cumplió 50 años. Para celebrarlo, el obispo de Catamarca encargó
pintar a Orlando Orlandi las telas artísticas de la historia de la
Virgen. Y en ese mismo año la catedral fue declarada Monumento Histórico
Nacional.
La Virgen Morena, algo atípico para ese entonces, recibió
el honorable título de Patrona Nacional del Turismo el 20 de marzo de
1974 bajo la tercera presidencia de Juan Domingo Perón.
En más de
400 años de veneración, los fieles le asignan a Nuestra Señora del
Valle la realización de numerosos sucesos milagrosos: la curación de
enfermedades terminales, como cegueras y parálisis. También es muy
reconocida por haber salvado al pueblo de plagas de gusanos y langostas
y, además, cuentan
las leyendas populares que a lo largo de la
historia logró consumar algunas resurrecciones, que le permitieron
consolidar la enorme fascinación que genera entre sus seguidores.
Uno
de los milagros más contados y celebrados por los fieles remite a un
campesino cordobés que, al contraer una enfermedad, le suplicó a la
Virgen su amparo bajo la promesa de que iría a su santuario.
En esos días, en la iglesia de Catamarca se lamentaban por
la desaparición repentina de un viejo y preciado jarro de plata. Al cabo
de unos días, el campesino llegó a la iglesia con el jarro en la mano.
Comentó que había salido de su casa para cumplir con una promesa y que,
durante la travesía, él y su mula sintieron muchísima sed. Se encomendó a
la Virgen nuevamente y encontró un jarro del que tanto él como el
animal pudieron beber. El cura a cargo de la iglesia catamarqueña
reconoció que era el jarro de plata que faltaba en la sacristía.
La
virgen de Nuestra Señora del Valle de Catamarca no sólo es Patrona
Nacional del Turismo, sino también de toda la región del Noroeste
argentino. Es venerada por miles y miles de creyentes que se maravillan
ante sus milagros y apariciones.